Fútbol del Oeste

FALLECIÓ ELVIO «CACHO» PAIVA

El recordado goleador que llegó a La Pampa para defender la camiseta de Ferro de General Pico, equipo con el que conquistó varios títulos de Liga Pampeana y el Regional ’84, y que además disputó el Nacional A ’84 y la B Nacional en 1986 y 1987, falleció en la mañana del domingo 31 de enero a los 60 años, en la provincia de Santa Fe.

Texto de Raúl Bertone – Dario La Reforma:

Cuando transitaba el terreno con su enjundia característica, abriéndose paso por prepotencia física, eran pocos los defensores que se podían plantar con firmeza ante él. Los terrenos de juego de la Liga Pampeana quedaron marcados por su estela goleadora. Y su imagen fornida, con su cabello enrulado y su bigote, quedará por siempre en las retinas de quienes habitaron los reductos en la década del ochenta, la más prolífica en presencia de futbolistas foráneos.

La mañana del domingo vomitó la triste noticia del fallecimiento de Elvio Paiva. En los últimos tiempos afrontó el avance de su diabetes, además de sufrir tiempo atrás ese tremendo golpe con la trágica muerte de una de sus hijas en un accidente automovilístico. Así como respondía sobre la gramilla, donde era todo entrega en los últimos metros de la cancha, “Cacho” no era de escaparle al bulto. Le ponía el pecho siempre a todo lo que podía venir. Como la inundación en territorio santafesino que lo dejó sin nada. Con lo puesto. Pero eso fue artero. Una pérdida difícil de sobrellevar que lo afectó mucho en lo anímico.

Paiva arribó a nuestra ciudad en 1982 para probar suerte en Ferro de Pico. Su amigo de toda la vida, Roque D’Alessandro, otro de los ídolos de la hinchada verdolaga, había hablado de él con la dirigencia de la entidad de barrio Talleres. Así fue como el delantero inició su ligazón con un club que en los ‘80 comenzaba a pisar fuerte, dando vueltas olímpicas en el ámbito de la Liga Pampeana para así empezar a terciar en los cruces por el Regional.
Su primera vez con la camiseta verde fue en un amistoso frente a Atlético Santa Rosa, en el camino previo del albo hacia el otrora torneo Nacional de la AFA. Para José Aragonés, el conductor del equipo, bastó.

Paiva se transformó en una carta fuerte de un mazo que tenía otras referencias con mucho peso como Quipildor, Luis Cervio, Raúl Vicente, el “Chileno” Palacios, Vasilchik o Necochea, entre otros. Con Ferro se dio el gusto de ganar varios títulos liguistas, de aportar lo suyo para la causa en ese desafío llamado Regional ’83 -con el corolario feliz ante Germinal-, de jugar el Nacional ‘84 -le hizo un gol a Newell’s en Rosario y en Vélez vio la roja después de una piña a Ruggeri-, y de continuar su romance con el gol en la primera edición del Nacional B, donde junto al “Gallego” Fernández y el “Ruso” Vasilchik sumaron 24 gritos entre los tres.

En su estadía aquí cosechó amigos, forjando vínculos desde su bonhomía y nobleza. Defendió la camiseta de Ferro hasta finales de los ochenta, con un paso por Cultural Argentino, cuando el albiazul reclutó a varios destacados de la escena buscando intentar cortar con la larga noche sin títulos. Cuando se plantaba ante el arquero, con la pelota ubicada a doce pasos, era infalible. La mayoría de las veces salía un misil de su pie. Pero sus travesías con la pelota, guapeando y arriando rivales, para terminarlas con el remate demoledor que sacudía la red, quedarán como su sello distintivo.

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